martes, 16 de septiembre de 2014

PODEMOS

Dando un vistazo al programa de PODEMOS –porque para comentar creo que antes hay que conocer- lo primero que me llama la atención es la frase “Construir la democracia”.  Y cuando leo que PODEMOS es quien va a “construir la democracia” en España, evidentemente dejo de leer.
 
Señores de PODEMOS:
Soy una ferviente partidaria del pluralismo político. Creo, no sólo que es bueno y sano, sino que es necesaria la coexistencia de las diversas formaciones políticas. Y esas formaciones políticas deben concurrir al servicio de los ciudadanos con sus ideas y sus proyectos, pero sobre todo con humildad. Sí, señores de PODEMOS, con humildad y sin prepotencias.
Con cinco eurodiputados -porque eso es con lo que cuentan por mucho bombo y platillo que les quieran dar los medios de comunicación- con cinco eurodiputados, decía, producto del descontento y la apatía del electorado, no se pueden permitir el lujo de mirar por encima del hombro a nadie.
Yo estoy a favor, apruebo y apoyo que ayuden a “regenerar” la democracia porque estamos en tiempos de renovación, nunca a “construir”, porque, entre otras cosas, ya está construida. Y se construyó gracias al esfuerzo y al consenso de muchos grupos políticos, algunos de los cuales ustedes les llaman “casta”.
Gracias a aquella “casta”, este país ha disfrutado de educación para todos, de sanidad para todos, de igualdad entre las personas, pero sobre todo de libertad. Y este estado del bienestar que hemos disfrutado, y que a pesar de todo algo nos queda, costó muchos años construirlo, pero se construyó. Y ese esfuerzo y esos años merecen muchísimo respeto, sobre todo y especialmente, por parte de personas que su único mérito es haber salido de una tienda de campaña en la Puerta del Sol. Que hasta eso también pudieron hacerlo gracias a la libertad que nos proporcionaron aquellos ciudadanos con su lucha y aquella “casta”.
Señores de PODEMOS: que Cristiano Ronaldo sea el mejor jugador hoy, no implica ni mucho menos que Raúl no valiese para nada. Y seguramente Ronaldo sentirá un enorme respeto y una enorme admiración por Raúl.
Ejemplos aparte, regeneración democrática sí, pero nunca digan que van a construir la democracia en España porque, afortunadamente, nuestro país ya lo consiguió.
Si llega el día en que su formación política tiene relevancia –hoy no la tienen, que yo sepa con los sondeos no se gobierna ni se legisla- repito, llegado ese día… humildad.

lunes, 2 de junio de 2014

DON JUAN CARLOS I DE ESPAÑA


No estábamos acostumbrados a las críticas, acusaciones y abucheos hacia el monarca en concreto, y hacia la familia real en general. Es justo que la ley sea igual para todos, y es sano que el pueblo muestre su opinión. Pero dicho esto, hay que sacar la balanza y sopesar.

No debemos, y a mi juicio, no tenemos ningún derecho a desprestigiar a quien en el año 1975, cuando todo estaba por hacer, cogió las riendas de la moderación de este país. Convocó en aquella época a vencedores y vencidos, y consiguió hacer de ellos uno solo para instaurar un sistema democrático, que la mayoría de las personas, por edad, no sabía ni lo que era. Y se redactó nuestra norma fundamental: la Constitución de 1978.

Cuando creíamos que ya todo lo teníamos atado y bien atado, un 23 de febrero del año 1981 nos sorprende un golpe de estado en el Congreso de los Diputados. Y allí apareció a través de las pantallas de televisión en todos los hogares el Jefe del Estado, con uniforme de capitán general del ejército, diciendo a la población que bajo ningún concepto iba a tolerar aquel despropósito. Y así fue.

El tiempo fue pasando y se convirtió en el mejor embajador internacional de este país. Nación por nación, continente por continente, fue abriendo puertas a España hacia el exterior. Y el Estado español se convirtió en un país respetado y querido. Ha ido haciendo camino al andar, que diría Antonio Machado, conviviendo con Gobiernos de ambos lados.

Ha ejecutado a la perfección el papel que le otorga la constitución española en materia de moderación y representación.

Un día los libros de Historia reflejarán que con el Rey Borbón Juan Carlos I llegó a España nuevamente la democracia. Y seguramente dirán que, aunque se restauró en 1975, comenzó un día de un año mucho más atrás, en una estación de tren de la ciudad de Estoril en Portugal, cuando subía a bordo un niño de once años que la traía, sin él saberlo, debajo del brazo.

Pero volviendo a la balanza, ¿hacia cuál de los dos platillos se inclinaría?

 

viernes, 14 de marzo de 2014

DIEZ AÑOS DESPUÉS DE AQUEL TRIUNFO…

Hoy día 14 de marzo se celebra el décimo aniversario de la victoria del partido socialista de José Luís Rodríguez Zapatero.  Para unos, motivo de celebración; para otros, una catástrofe; para todos, simple y llanamente democracia.
Fueron casi ocho años de luces y sombras. Se podrían encuadrar las luces en la primera legislatura y las sombras en la segunda.
José Luis Rodríguez Zapatero llegó al poder con humildad, con una  imborrable sonrisa en el rostro, con talante… Fue y es un gran socialdemócrata convencido que gobernó tomando decisiones con firmeza y con valentía, siempre fiel a su ideología. Un presidente del Gobierno socialdemócrata que gobernó favoreciendo las políticas sociales. Y que las llevó a cabo.
A la hora de valorar su gestión hay que tener en cuenta que nunca contó con una mayoría absoluta parlamentaria. Tuvo que negociar todas las decisiones de su Ejecutivo con el resto de fuerzas políticas, en contraposición con el Ejecutivo actual que gobierna y actúa en solitario.
Es en la segunda legislatura, la de las sombras, cuando la crisis económica hace su aparición, y tras negarla por activa y por pasiva, en mayo de 2010 Rodríguez Zapatero toma decisiones, tan duras como necesarias, que le cuestan una huelga general ciudadana, y por supuesto, la desaprobación de la oposición.
A partir de aquí empieza el calvario, un continuo acoso hacia su persona hasta llegar definitivamente al derribo. Llega un momento en el que el único objetivo de la oposición es “echar” a Zapatero como sea, y en ese “como sea” cabe el desprestigio, el descrédito y la falta de ayuda. Pero no nos engañemos nadie y sobre todo no engañemos a nadie: no tuvo la culpa de la crisis económica, por más que muchos se empeñen y se escuden en ello.
Hubo un momento -el más duro de todo el período 2004-2011- en el que por la cabeza de España planeó, por una parte, la intervención, y por otra, el euro se tambaleó. Pero es de justicia reconocer que el Gobierno socialista de ese momento supo salir a flote y tuvo la capacidad de impedir ambos desastres.
Hoy, cuando ya han pasado diez años de aquel triunfo, y la sociedad ha tenido que aprender a la fuerza a vivir de otra forma, no son tiempos ni de ideologías ni de reproches. De hecho el propio expresidente Zapatero se muestra en la actualidad a favor de una hipotética coalición PSOE-PP.
Pero aunque hoy ya no impere la ideología, siempre debemos apostar por los jóvenes, por las empresas, por el empleo. Pero también, cuando un día remontemos y podamos –que me temo será dentro de mucho tiempo- no debemos olvidarnos de apostar por las políticas sociales, por la igualdad entre las personas. Porque me sigo temiendo que tendremos que volver a luchar otra vez por la igualdad.