En democracia se da el hecho histórico de producirse dos huelgas generales en menos de un año de la toma de posesión del gobierno. Algo inaudito para quienes lo iban a “arreglar” todo.
Cuando finalice la jornada de paro, darán datos unos y otros, sindicatos y gobierno. Los primeros hablarán de una alto seguimiento, los segundos de una baja participación. Lo de siempre. Pero eso no es importante ni son datos reales, porque la gran mayoría que no siga la convocatoria no será porque esté de acuerdo con la política del gobierno, sino porque no se puede permitir que le resten “equis” dinero de su salario.
Hay que reconocer que no son tiempos de huelgas porque económicamente hablando no es bueno para el país, pero hay que tener en cuenta que sí son tiempos de protestas porque la situación para miles y miles de personas se está volviendo insostenible. Ya no se trata de que a las personas les echen de sus trabajos, es que les echan de sus casas. Estar callados y mirar hacia otro lado frente a esto no es ni siquiera humano.
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